Se trata de una de las calles por las que podemos llegar al Acueducto, entendido como la parte más monumental del mismo y sin duda alguna la más conocida y fotografiada. Puedes verla en el mapa aquí.

Se encuentra en el barrio del Salvador, uno de los arrabales de la ciudad poblados desde muy temprana época tras la reconquista de la ciudad a finales del siglo XI. Prueba de ello es la presencia de dos de las iglesias más emblemáticas del románico segoviano, San Justo y el Salvador, ambas del siglo XII. En la actualidad se trata de una calle peatonal desde hace unos pocos años, debido a su cercanía al Acueducto y a la necesidad de preservar la integridad del monumento manteniendo el tráfico lo más alejado posible de él.

En este barrio vivió un gran número de industriales pañeros, lo que queda patente en alguna de las casas con galerías en su parte superior que encontramos en varios lugares del barrio. Se trató de una industria puntera en la ciudad desde donde se exportaban telas y paños a toda Europa. Su calidad era muy valorada y avalada por el «Sello» que se ponía a las telas. La pujanza económica en la ciudad gracias a este negocio lo atestigua la arquitectura relacionada con este sector.

Uno de estos industriales ya en el siglo XVIII fue Don Diego Ochoa de Ondátegui, que da nombre a la calle que nos ocupa.
Además de tratarse de un exportador de lana, ganadero y productor de paños, don Diego fue también un benefactor para la ciudad en el ámbito de la enseñanza.
En su testamento, fechado el 5 de marzo de 1751, legó parte de sus bienes para la construcción de un Colegio de niños huérfanos, y unas escuelas en un solar de su propiedad en la calle Romero, actual calle Almira.
La visita a este barrio con encanto de Segovia es casi obligada, ya que son muchas las historias y personajes que podemos encontrar y conocer su importancia por sus calles. Desde el Acueducto al paso de Antonio Machado por la ciudad.