El Alcázar

Este monumento está ubicado en un lugar estratégico. Poblado ya por los romanos, donde probablemente situaran su asentamiento principal, era el lugar de destino del agua traído a través del Acueducto. Los árabes también situaron aquí su fortaleza.

Durante la Edad Media el Alcázar fue utilizado como residencia real por distintos monarcas, entre los que destaca Enrique IV, quien realizó varias ampliaciones en el edificio durante el S.XV. Algunos de los monarcas que lo sucedieron también modificaron el diseño de la fortaleza.

El Alcázar tiene numerosas salas, algunas de las cuales se han ido construyendo a lo largo de su historia. La Sala de Ajimeces o del Palacio Viejo es la primera que a la que se accede, en ella llama la atención la colección de armaduras. La siguientes salas son las de la Chimenea, la del Solio o Trono, la de la Galera, la Sala de las Piñas, la Sala de Reyes (la más grande del Palacio), la Sala del Cordón, el Tocador de la Reina y la Capilla.

Desde el Patio de Armas se accede al Museo del Real Colegio de Artillería, en el que se puede conocer la historia de dicho Colegio, que permaneció en el Alcázar durante casi un siglo.

 

La Torre de Juan II

Esta gran torre de estilo gótico la comenzó a construir Juan II como ampliación de otra ya existente del S.XIII. Fue su hijo Enrique IV (hermano de Isabel «La Católica») quien la dejó con el aspecto que vemos ahora. Durante casi dos siglos fue empleada como Prisión de Estado.

Se puede acceder a la terraza superior tras subir una agotadora y larga escalera de caracol de 152 peldaños.

 

 

Patios y terrazas

La fortaleza tiene dos patios y dos terrazas. El primero al que se accede es el Patio de Armas, de estilo herreriano, es el más grande de todos y el que da acceso a las distintas estancias del palacio. El siguiente es el Patio del Reloj, llamado así por el curioso reloj de sol que tiene una de sus paredes.

 

En el lado opuesto a la entrada, está la Terraza de Reyes o Patio del Pozo, desde la que se puede apreciar unas maravillosas vistas del barrio de San Marcos, el barrio de Zamarramala, la iglesia de la Vera Cruz y el Santuario de Nuestra Señora de La Fuencisla, patrona de la ciudad, e incluso el Monasterio de El Parral, así como la confluencia de los ríos Clamores Eresma.

La Terraza de Moros ha sido la última en abrirse al público. Está situada por encima de la puerta de entrada al monumento. Nos permite tener acceso a unas fantásticas vistas de la Plaza Victoria Eugenia, del foso del Alcázar y de los paisajes de ambos lados del edificio: hacia el Norte (imagen inferior) podemos ver el Monasterio de El Parral o la Vera Cruz, y hacia el Sur podemos contemplar el pinar cercano (pinarillo) y la necrópolis judía.

 

La destrucción del Alcázar

El jueves 6 de marzo de 1862 la fortaleza sufrió un grave incendio en el que prácticamente todas sus estructuras de madera (techos, ventanas, puertas) y mobiliario quedaron destrozados y los muros seriamente dañados. El edificio fue restaurado entre 1882 y 1896. El uso que se le dió al Alcázar desde entonces fue el de Archivo General Militar, función que sigue cumpliendo hoy día.

 

Historias y leyendas

Una de las ventanas de la Sala de Reyes está ligada a una de las leyendas que envuelven al Alcázar. Esta leyenda cuenta que un aya del Infante Don Pedro (hijo de Enrique II), estaba fuera del balcón de la Sala de Reyes con el bebé en brazos, y éste se le cayó al vacío muriendo en el acto. Viendo lo sucedido, la niñera se arrojó también hacia los jardines.

El hecho de que esta historia sea cierta es muy dudoso, ya que el Infante Don Pedro, cuyo sepulcro se encuentra en la Catedral… bueno, esto os lo contaré en la visita guiada.

Según otra leyenda, Alfonso X «El Sabio» uno de los monarcas que habitó la fortaleza segoviana, observando las estrellas, afirmó que si Dios le hubiera consultado hubiera hecho mejor el Universo. Un monje franciscano pidió al monarca que se arrepintiera de sus palabras, a lo cual el rey se negó. El enfado de Dios no se hizo esperar y un rayo impactó en una de las torres. Alfonso X entonces, en un acto de penitencia, ordenó colocar el cordón franciscano alrededor de la sala que hoy lleva ese nombre, la Sala del Cordón.

 

Vista de satélite

 


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